Basura bajo la alfombra

En los tiempos que corren, como he dicho otras veces, todo parece maleable y factible de manipulación en pro de unos intereses.
La televisión, la radio, Internet... son muchas las herramientas y muy potentes, para hacer llegar un mensaje u otro dependiendo del momento y la circunstancia. Hoy poco se habla de lo que realmente importante, todo se centra en cosas secundarias y objetivas.

Hay cosas que son evidentes al sentido común, pero el sentido común no es excesivamente evidente. En la guerra todo vale y de eso se han valido algunos para defender durante mucho tiempo lo humanamente indefendible. Ahora todo son críticas enfocadas al mismo lugar, parece que todos de golpe se han puesto de acuerdo por arte de magia.

El forofo ha permitido y hasta aplaudido la provocación, el juego sucio y las malas artes de forma continuada olvidando el fin real de un deporte como este. Pero a pesar de que ahora se centre todo en un mismo jugador, para mi el problema está en otro lado.

El del bar de los Simpsons ese, personaje egocéntrico y ombliguista como pocos, es el verdadero culpable de todo esto. Es un estratega... eso dicen al menos. Pero más que eso, a mi me recuerda a otros personajes de la historia que desde su complejo de inferioridad logran crear un papel de personaje relevante. Arrastran a mucha gente y consiguen fieles a su filosofía, sin llegar a existir ninguna en concreto. El agravante final ante tal comportamiento, es que se le extiende la alfombra roja y se le otorga la razón y el poder sin demasiado análisis.

Soy desde pequeño un enamorado del fútbol, pero del fútbol como deporte que hoy no es. Lejos de toda esa parafernalia que lo rodea, lejos de toda esa prensa rosa que no entiende nada ni procura hacerlo. Realmente es palpable que el fútbol, se ha convertido en la escusa necesaria para alimentar el resto de la semana sin él.

Que personajes como el del bar o el pobre hombre rico pueden llegar a convertirse en ídolos e iconos de niños y adultos, dice mucho de la sociedad en la que vivimos. Aunque lo más triste de todo es que, hasta que la mierda no rebosa por doquier, la gente no es capaz de hablar del mal olor que desprende por evidente que resulte.



Buenas tardes... y buena suerte.