La frase célebre

"Es mejor escribir para uno mismo y no encontrar público, que escribir para el público y no encontrarse uno mismo"

Cyril Conolly, escritor inglés.

lunes, 5 de julio de 2010

Marmotte'10, la crónica de nuestra visita a Tierra Santa

Las primeras palabras de esta crónica, serán unas de agradecimiento a todos los componentes de la expedición que estuvieron de lujo desde el primer minuto en la estación hasta el regreso a la misma. Con mención especial para los que se han currado la organización de la salida, inscripciones y demás... Que n'aprenguin el putos gabatxos!!!
Me pongo pesado siempre con el mismo tema, pero es que no me canso de resaltar la gente tan maja que rodea este mundillo ciclista. Con más fuerza aún después de ver como han respondido todos a esta exigente prueba de una forma tan apoteósica.
"A Vilanova tenim una grupeta de tres parells de collons!!!"
Se trataba de un viaje ciclista pero, lo de olvidarnos del fútbol con un mundial de por medio, es cosa complicada y siempre salta a la palestra algún debate sobre el tema. Que si Torres, que si que malos partidos, que si el Tusinu no está para arbitrar...

Tras el eterno viaje, reconforta encontrarte con estas impagables vistas por todo tu alrededor.

La noche antes de la marcha, en la habitación, la gente se auto-masajeaba, se inyectaba sustancias prohibidas, daba unos últimos retoques a la flaca (que si dejo aquí la batería cargando...). Lo normal de este mundillo vaya, como todos sabemos.

Y llegó el día marcado en rojo del calendario. La gente parecía concentrada y la verdad, es que se estaba amasando algo grande. Algo muy, muy grande...

Esa risilla le delataba... "El abuelo" tenía preparada la campanada del día y nos dejó a todos boquiabiertos con su actuación. Aquí ya no basta con ser un super hombre, con el simple hecho de acabar entero semejante brutalidad de marcha, además estos extraterrestres son capaces de hacer unos tiempazos que tiran para atrás.

Todos dejaron el pabellón vilanovín bien alto, más allá de los 2600 metros (bueno, casi todos... je, je, je!!!).

Pobre inconsciente él, con esa cara de felicidad. Aaaaay señor el calvario que nos esperaba, pobre infeliz... Dicen que de todo se aprende y creo que de esta, hemos aprendido a sufrir mucho. Eso sí, aún deberíamos haber sufrido unas 6 o 7 horillas más para acabar.

La ascensión al Glandón se hizo bastante dura y la forma de la presa describía a la perfección lo que es un ascenso en los Alpes.

La hilera de ciclistas era interminable y a todos nos impactó de sobremanera una cosa en especial. El silencio en los ascensos, rodeado de centenares de ciclistas concentrados era algo muy impactante. En Glandón aún escuchabas a algún valiente que comentaba con el compañero, pero ya subiendo el Telegraph no se escuchaba un alma. Las sensaciones no eran del todo buenas, pero mi preocupación era no gastar mucha gasolina y no se si eso me hizo obsesionarme demasiado.

Las imágenes que guardarán durante mucho tiempo nuestras retinas tienen un significado muy especial. Estar aquí es como visitar el Vaticano para un católico, alcanzar el Himalaya para un escalador... ¿Cuántas historias guardarán cada una de esas rampas en Telegraph, Galibier o Alpe D'Huez?

Foto de rigor con un buen sabor de boca al coronar, pero sin saber el calvario que se me avecinaba.
Un fortísimo golpe de calor me mató en el siguiente puerto y aquí, cuando un puerto se te atraganta no hay forma de superarlo. Un dolor de cabeza insoportable, mareos, con la moral por los suelos... Debo aprender mucho y saber sobreponerme a bajones como los de ese día para seguir adelante. Debo agradecer al compañero de fatigas del día, que no me dejó sólo ni un momento a pesar del mal momento que pasó él también. El Col du Telegraph se alió con mi cabeza y, montaña y mente, me vencieron por goleada. Avanzar a tan sólo 6 o 7 km/h es algo soporífero cuando el calor aprieta por encima de los 34º y cada poste kilométrico parece más lejano. Mi única preocupación pasó a ser como salvar aquello y regresar al hotel. Era incapaz de encontrar un ritmo constante, como si las piernas no quisieran trabajar... Una sensación difícil de explicar con palabras y que jamás antes había sentido. Por delante quedaba roto el sueño de poder coronar el colosal Galibier y rematar la faena en Alpe D'Huez. Quizás fuese un objetivo demasiado ambicioso para mi, quizás no tuve un buen día o quizás esto haya sido una buena lección para más adelante. Eso nadie lo sabe, pero lo que sí puedo afirmar es que estos días he disfrutado con la familia ciclista en el mejor de los lugares posibles. Y eso no lo cambio por nada.
Apretamos las bicis de nuevo y, unas mas contentas que otras, nos pusimos rumbo a casa.

A medida que el bus descendía del olimpo donde nos encontrábamos, la cabeza no paraba de dar vueltas a esto y a lo otro. Miles de preguntas en la cabeza rondando. ¿Volveré algún día a retar a la marmota?
¿Seré capaz de completar algún día una marcha tan dura como esta?

¿Fue una buena decisión abandonar o debería haber intentado seguir para ver que sensaciones tenía tras taparse el sol y reponer fuerzas?

Cada curva que dejaba atrás arrastraba un poco de tristeza por un lado y una alegría inmensa por el simple hecho de haber estado aquí.

Como colofón a esta aventura debo decir que traigo la maleta llena de imágenes que permanecerán eternas en mi memoria. Se ha reafirmado más mi amor hacía este deporte y ha crecido la admiración a la gente anónima que lo practica y lo engrandece gratuitamente. Porque cada una de las personas que pasamos montados en el bus, tanto en Galibier como en Alpe D'Huez, eran auténticos héroes anónimos luchando contra sí mismos. Contra la dureza de la montaña, peleando cada rampa, superando cada curva de herradura a golpe de pedal y venciendo el agotamiento con una fuerza mental sobrehumana.
ENHORABUENA A TODOS!!!

5 comentarios:

  1. Muy buena crónica chavaaaaal !

    Y no le des más vueltas , a veces el saber retirarse a tiempo es una victoria .

    Ahora ya sabemos de que va todo ésto , seguro que algún dia le volveras a plantar cara al Galibier , estoy seguro !

    Aquí hay que venir al 110% o es mejor no venir , no te puedes andar con chiquitas y ahora ya lo sabemos. Yo venia bastante bien y por poco me mata !

    Ha sido genial compartir suite con vosotros , este tio no ronca señores ! jeje

    volveremos !

    ResponderEliminar
  2. Fenomenal crónica, chaval!!! La verdad es que viendo cómo sientes este deporte me sabe muy mal que te sientas decepcionado por no haber podido superar la Marmotte. Vendrán días mejores, no lo dudes, y entonces el Galibier caerá como fruta madura, y el Alpe d'Huez hincará la rodilla aunque tengas que dejarte el alma como hice yo...

    Ánimo, que en la Marmotte lo importante es estar allí y afrontarla con 2 cojones; luego es la montaña la que dicta sentencia...

    ResponderEliminar
  3. Dicen que lo que no mata, te hace màs fuerte... lo que quiere decir que ya te falta algo menos para superar retos como este.

    Super la cronica...

    ResponderEliminar
  4. pues yo creo que eres un puto maricón, y encima culé!!!! al menos lo has intentado, no como otros que son mas mariquitas que tú.
    saludos!!!!

    ResponderEliminar
  5. ¿DE todo se aprende? Espero q la próxima vez, jua-jua, vengas con móvil y dinero... cabrón!!!! Jajjaaaaa... el año q viene venimos sin dorsal, con mochila y, si hace bueno, la acabamos, la alta montaña tiene eso, q es una incógnita así q hay q tener algún plan B en la manga. UN ABRAZO desde PAMPLOONA!!!!!

    ResponderEliminar