Y aquí estaba yo, un sábado de radiante sol primaveral, tirado al margen de una cuneta cualquiera, con la cámara en una mano y la cámara en la otra. Captando momentos variopintos a la espera de una iluminación divina.
Desde el del ciclista que se topa contigo, afloja su ritmo y pregunta si necesitas algo; al conductor que te mira con esa mezcla de desprecio e incomprensión.
-"¿Donde coño estará la gracia? (parece preguntarse él) Embutirse en una apretada lycra "made in Chueca", marcando paquete y sacando a relucir todas las vergüenzas... Sentarse durante 4 horas en escasos 20 centímetros de duro e incómodo aposento... Dar pedales sin descanso kilómetros y kilómetros... ¿Eso es divertido?
Que les guste el ciclismo, vale. ¿Pero porqué no prueban a tomarse una cerveza en el sofá como la gente normal viéndolo!!!?
Más tarde, mientras espero y desespero, me vino a la mente lo que cambian los tiempos. Recuerdo hace unos años noticias horribles, de familias que abandonaban a sus mascotas en cualquier cuneta.
Y ahora, con la crisis, como dan mucha compañía y con las sobras de la comida se apañan, se está abandonando a las esposas!!! Sí, sí, yo mismo me he topado ya con varios casos. Son muchachas de buen ver, entiendo que deben ser caprichosas o quizás les guste la ropa y los perfumes caros, y al no ser sostenible... Las deben dejar ahí, para ver si algún despistado pica y se las lleva. Y vaya que si se las llevan...
La reflexión final, me lleva a modificar un histórico proverbio ruso.
"Pinchar está permitido, arreglarlo resulta casi obligatorio"